Las enfermedades más comunes en bebés: El catarro o resfriado común, la bronquiolitis y la laringitis
1. El catarro o resfriado común:
Podemos decir que un catarro o resfriado común en bebés es cada uno de los episodios de obstrucción nasal, aumento de mucosidad y tos que tenemos comúnmente en el período invernal y que les han valido a los niños pequeños el sobrenombre de «mocosos».
Dentro del catarro, llamado técnicamente «infección respiratoria alta» o «catarro de vías altas», se incluyen una variedad de síntomas que provienen de la inflamación de la mucosa respiratoria que va desde la nariz a los bronquios, y según el que más predomine -porque suelen estar mezclados- diremos que tenemos una rinitis (mucosidad nasal), una faringitis (dolor de garganta), una laringitis (tos ronca) o una bronquitis (tos y ruidos respiratorios). Los resfriados pueden ir acompañados de fiebre, y ésta se observa con más frecuencia cuanto menor sea la edad de quien los sufre.
EL Catarro o resfriado común en bebés es muy frecuente y constituye el motivo de consulta más habitual por el que los padres acuden con sus hijos al pediatra. Este tipo de infecciones respiratorias son por norma autolimitadas, es decir, que se curan solas en el plazo de unos pocos días y sin dejar secuelas. Cuando hay fiebre, ésta no suele durar más de 3 días, los síntomas nasales y de garganta ceden en una semana, pero la tos es generalmente más persistente y no es raro que dure 2 ó 3 semanas.
La mucosidad nasal va cambiando también a lo largo del curso de la enfermedad: inicialmente es como «agüilla» que se escapa por la nariz, pero enseguida se va espesando convirtiéndose en mocos blanquecinos que luego se vuelven amarillos e incluso verdosos y de esta forma persisten unos días. Esto no es signo de complicación ni de necesidad de tratamiento antibiótico.
¿Cómo prevenir el catarro o resfriado en bebés?
No hay una vacuna eficaz contra el resfriado de forma global, pues, hay muchos microbios capaces de dar lugar a este cuadro clínico. Hay una «solución parcial», la vacunación anual contra la gripe, teniendo en cuenta que quien la recibe sólo queda protegido contra el virus concreto de la gripe (virus influenzae A y B) y no frente al resto de los posibles causantes de cuadros catarrales. Hay quien recomienda, por tanto, la vacunación antigripal de los más pequeños (de al menos 6 meses) si van a guardería. Evitación de la exposición a personas acatarradas. El lavado de manos frecuente es uno de los mejores hábitos para evitar la transmisión de enfermedades infecciosas.
¿Cómo tratar y aliviar los síntomas del resfriado?
El objetivo primordial es aliviar sus síntomas, ya que no podemos atacar el origen, y además prevenir en lo posible o estar al tanto de la aparición de complicaciones, y todo ello teniendo muy presente la tendencia natural de estos procesos a la curación espontánea. Se realizarán lavados nasales con suero fisiológico. En el caso de los bebés es recomendable ayudarse de una perilla de goma para aspirar la mucosidad nasal en cualquier momento y especialmente antes de las tomas y de acostarlos. El empleo de medicamentos, exceptuando los analgésicos-antitérmicos (paracetamol, ibuprofeno, etc.) en el caso de que haya fiebre o malestar, no produce efectos destacables como para recomendar su uso de forma generalizada. Es importante saber que el tratamiento de un catarro con antibióticos no acorta su duración ni disminuye la probabilidad de complicaciones, y por ende favorece el desarrollo de resistencias a estos medicamentos entre los gérmenes.
¿Cuándo ir al médico con nuestro bebé?
Si persiste fiebre más de 3 días. Aparece dolor de oídos, dificultad para respirar, más de 10 días de mucosidad nasal espesa de color amarillo o verdoso, decaimiento,…
2. La bronquiolitis en bebés
Infección respiratoria producida por virus en la que se inflaman los bronquios y los bronquiolos, que son las vías aéreas o conductos más pequeños que llevan el aire dentro del pulmón. Afecta a los niños y niñas menores de 2 años, sobre todo a los menores de 6 meses. El virus más frecuentemente es el VRS, virus respiratorio sincitial. Y es más frecuente de noviembre a marzo. La mayoría presentan un cuadro leve y sólo algunos tienen que ingresar en un hospital. Se contagia principalmente por contacto de gotas de saliva o mucosidad que se encuentran en juguetes, chupetes,…y luego tocándose los ojos, la nariz o la boca. También puede contagiarse inhalando partículas infectadas provenientes de alguna persona, es decir, respirando gotas de pequeño tamaño que genera la persona que tiene el virus al toser o estornudar.
Al principio de la enfermedad, los niños y niñas suelen presentar un cuadro catarral (aumento de mucosidad y tos). Posteriormente, se inflaman los bronquiolos dificultando el paso de aire a través de ellos. Esto puede producir dificultad para respirar (respiración rápida, marcando las costillas o moviendo mucho el abdomen) y que se escuchen “silbidos” u otros ruidos al auscultar al niño. Como consecuencia, algunos niños pueden tener dificultad para alimentarse, y a veces pueden presentar algún vómito o atragantamiento. Pueden tener fiebre, aunque no suelen tener infecciones bacterianas acompañantes que precisen antibióticos. En niños previamente sanos, la enfermedad dura entre 7 y 12 días, pero la tos puede persistir durante muchos más días.
¿Se puede prevenir la bronquiolitis en bebés?
La bronquiolitis se transmite de persona a persona, por lo que las personas que presenten una infección respiratoria, aunque sea un simple catarro, deben lavarse las manos frecuentemente, especialmente antes y después de tocar al niño o alguno de los objetos que él utiliza. Es también importante evitar los lugares concurridos, especialmente donde haya muchos niños (como guarderías y parques infantiles). Se debe evitar totalmente la exposición al humo de tabaco. Se recomienda la lactancia materna, ya que los niños que la toman están más protegidos contra la bronquiolitis. Hasta el momento no existe una vacuna para prevenir la enfermedad, aunque está en estudio y desarrollo.
¿Cómo tratar la bronquiolitis en bebés?
Antes de comer y de dormir conviene lavar las fosas nasales con suero fisiológico y aspirar la mucosidad si fuera preciso. Elevar un poco la cabecera de la cama/cuna. Si el niño o niña tiene fiebre se pueden administrar antitérmicos como el paracetamol y el ibuprofeno (este último, en mayores de 6 meses), y también medidas físicas (destapar al niño o baños con agua templada). Los niños con bronquiolitis tienen poco apetito, se cansan durante las tomas con facilidad y pueden presentar vómitos y atragantamientos. Para ayudarles se deben fraccionar las tomas (administrar menos cantidad de alimento pero más frecuentemente). Los jarabes para la tos, los mucolíticos y los descongestionantes nasales no deben utilizarse y pueden ser perjudiciales.
Acudir al médico en estos casos:
- Ante la sospecha de que el niño/a respira más rápido o más agitado de lo normal
- Si respira muy agitado.
- La piel se hunde en las costillas
- Si rechaza o presenta dificultad para ingerir los alimentos
- Cuando la fiebre es muy alta.
- Si emite un quejido al respirar.
- Al presenta color azul en los labios o las uñas espontáneamente o con la tos.
- Si hace pausas respiratorias.
3. Laringitis aguda en bebés
Enfermedad respiratoria aguda (un tipo de resfriado) en la que se produce una inflamación de la laringe, que es la parte inferior de la garganta donde se encuentran las cuerdas vocales. La gran mayoría son provocadas por virus respiratorios. Afecta generalmente a niños de entre 6 meses y 6 años. Es más frecuente en los meses fríos. También se le da otros nombres como crup o laringitis estridulosa. Se caracteriza porque el niño tiene tos seca y fuerte parecida al ladrido de un perro (tos perruna) asociada a ronquera o afonía. A veces se acompaña de un ruido ronco al respirar (cuando el niño coge aire) llamado estridor.
Sólo en algunas ocasiones la inflamación de la laringe puede dificultar la entrada de aire y provocar dificultad respiratoria (respiración rápida, en la que se le marcan las costillas al respirar o se le hunde el pecho). Al principio de la enfermedad, el niño puede tener mucosidad nasal durante unos días y también fiebre. La laringitis generalmente empeora por la noche.
¿Cómo evitar el contagio por laringitis?
Las laringitis son muy contagiosas y no hay vacuna contra ellas. La mejor manera de reducir las probabilidades de contagio es lavarse las manos frecuentemente y evitar el contacto con personas que padecen infecciones respiratorias.
¿Cómo podemos tratar una laringitis en bebés?
- Algunos niños se alivian respirando aire húmedo, evite el ambiente seco, ponga depósitos de agua en los radiadores, si tiene humidificador o vaporizador puede utilizarlo, si no dispone de aparato humidificador abra los grifos del agua caliente del baño para que se llene de vapor y siéntese con el niño (fuera de la ducha) durante 10- 20 minutos.
- Respirar aire frío puede mejorar los síntomas del catarro o resfriado común en bebés y otras enfermedades respiratorias: el aire frío tiene la capacidad de desinflamar el tejido que recubre las vías respiratorias. En los meses fríos puede hacer que el niño respire aire de la calle sacándole abrigado a la ventana.
- Si el niño tiene fiebre elevada, administre el antitérmico recomendado por su pediatra.
- Vigile la respiración del niño.
- Es normal que el niño esté inapetente. No le fuerce a comer. Ofrézcale líquidos.
- Sin necesidad de tratamiento antibiótico, pues es una infección vírica.
- No se debe emplear collarines de agua y alcohol. No son efectivos y pueden irritar la piel.
- Consulte con su pediatra antes de administrar jarabes o supositorios para la tos.
La gran mayoría de las laringitis son leves, se curan solas y no requieren más tratamiento que el ya comentado. En los casos en el que el niño presente ruido al respirar (estridor) o dificultad respiratoria puede requerir tratamiento para reducir la inflamación de la laringe con medicamentos como los corticoides (antiinflamatorio potente).
¿Cuándo acudir al médico por un caso de laringitis en bebés?
- Cuando haga ruido al coger el aire (estridor) estando el niño tranquilo.
- Si tiene dificultad respiratoria: respira cada vez más deprisa, se le marcan las costillas, mueve mucho la barriga, se le hunde el pecho o estira el cuello.
- Si presenta coloración blanquecina o azulada alrededor de la boca.
- Cuando el niño tenga dificultad para tragar o babee mucho .
- Si presenta empeoramiento de los síntomas.
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