El baño, el mejor sitio para disfrutar con tu hijo
Ha llegado el momento más especial del día, el más relajante y bonito si no te dejas ahogar por las dudas: el baño con tu bebé. Este momento te permite una mayor intimidad y acercamiento con tu hijo, compartís el proceso, mirándoos y jugueteando con el agua y la esponja. Pero una duda asalta a todos los papás primeros: ¿tengo que bañar diariamente a mi bebé?
Pero es fácil que a los padres primerizos les asalten mil dudas sobre el baño: cuántas veces a la semana, cómo, con qué productos, a qué temperatura… Cada niño requerirá un tipo de baño y nadie mejor que tú para saber qué le gusta y qué le molesta. Pero en PequeSalus te ayudamos con algunas nociones importantes.
¿Cada cuánto tiempo baño a mi bebé?
La piel de los recién nacidos es mucho más sensible que la nuestra (aquí puedes saber algo más), ya que aún no se ha formado la capa de protección contra agentes externos y no cuentan con la protección del útero materno.
Por eso, bañar diariamente a tu bebé no es necesario e incluso puede ser contraproducente que laves a tu hijo todos los días. Los expertos dejan este punto en manos de los padres. La Asociación Española de Pediatría dice, por ejemplo: “No existe un consenso sobre cada cuánto hay que bañar a un recién nacido. Es igual de bueno hacerlo a diario que cada dos días, incluso en algunos países lo hacen una vez por semana. Lo importante es saber que el baño debe ser lo suficientemente regular para que el bebé mantenga una higiene adecuada”.
Entre dos o tres días por semana debería ser el mínimo, para que exista regularidad en la higiene. Si tu hijo no es muy aficionado al agua y se estresa en la bañera, no fuerces la situación: no es necesarios bañarle todos los días. A medida que vaya creciendo, eso sí, será más indicado aumentar la frecuencia para que se vaya habituando.
¿Cuánto tiempo y a qué temperatura debe ser el baño?
Los baños de los recién nacidos deben ser cortos. No es bueno exponer al niño mucho tiempo a los geles y al agua por el motivo que ya te hemos dicho: su piel no es aún la de una persona desarrollada, tiene que ir acostumbrándose y curtiéndose. De lo contrario, le saldrán eczemas.
Diez minutos bastan y sobran al menos en su primer año de vida. Aprovecha ese tiempo para hacerle carantoñas y estrechar el apego. Tu hijo agradecerá que lo relajes. Además, verás que el agua fría no es algo que le guste, pero tampoco te pases con la temperatura. Unos 36 grados deberían ser el ideal.
Tenlo todo preparado con antelación
Puesto que el baño debe ser corto y no es necesario bañar diariamente a tu bebé, no te será difícil prestar toda tu atención. Es importante que nunca pierdas de vista a tu hijo mientras haya agua de por medio. Para ello, antes de comenzar el proceso asegúrate de tener todo al alcance, así no tendrás que dejar al niño solo: toalla, geles, pañales…
Dispón a tu bebé en una bañerita adaptada y no la cubras mucho de agua, basta con menos de 20 centímetros de altura.
¿Qué tipo de geles y jabones usar?
Con los bebés todo debe ser suave, como sabes. También en este caso. Se pueden utilizar geles y jabones pero han de ser suaves, adaptados a niños y en poca cantidad.
La piel de los peques se seca de forma natural y no conviene ser agresivos con ella. Así, no es necesario usar por sistema cremas hidratantes, pero si consideras que es bueno para él y lo anda necesitando, utiliza cremas de niños. ¿Colonia? Nada fuerte porque tu bebé tiene un olfato muy desarrollado y no queremos además que pierda contacto olfativo contigo.
Para lavar los ojos y oídos de mi bebé, ¿cómo lo hago?
Pasar una toallita por el cuerpo de tu peque es una gozada y te será agradable a ti y probablemente a tu niño: manitas, brazos, tronco, piernas… Pero sabemos que los ojos y los oídos son zonas delicadas que generan dudas en los padres.
En el caso de los ojos pasa una almohadilla con cuidado. Así retirarás bacterias y restos de legaña. Considera el uso de sueros fisiológicos, ya sea en el proceso de baño o cuando te venga bien, para mantener la zona a expensas de infecciones.
Con el oído se impone también la delicadeza. Nada de bastoncillos ni de tratar de limpiar el interior del oído, que tiene su propio mecanismo natural de limpieza. Como con el ojo, pasa una toallita con cuidado y presiona levemente en las caras internas para extraer restos.